Por: Marcelo Trivelli Oyarzún.
Presidente Fundación Semilla.
En Chile, la tasa de fecundidad según el INE, alcanzó en 2022 a 1,5 hijos por mujer. Este número es el más bajo de Américasi, gracvias latina y similar a las tasas de los países europeos.
Se está tratando de instalar que esta es una cifra no es “sostenible” en el largo plazo y que la tasa de fecundidad debiera llegar a lo menos a 2,1 hijos por mujer. Cabe preguntarse qué significa “sostenible” para quienes están detrás de la agenda para aumentar la tasa de fecundidad.
Primero debemos distinguir entre los desafíos que debemos enfrentar y asumir como consecuencia del aumento significativo en la expectativa de vida que paso de 70 años en 1980 a 81 años en la actualidad. Es cierto que la proporción entre viejos y jóvenes aumentará, pero el envejecimiento nada tiene que ver con la disminución de la fecundidad. Quienes establecen que dicho aumento es peligroso, lo hacen para confundir y reclutar adeptos a su causa.
Segundo, aumentar la tasa de fecundidad para que sea “sostenible” es un concepto económico que se basa en un modelo de desarrollo y crecimiento que necesita que exista más oferta que demanda laboral para disponer de un número importante de la población como proveedora de mano de obra barata.
En el caso que no haya suficiente provisión de mano de obra barata producto de nacimientos para satisfacer el modelo económico de crecimiento, se busca hacerlo por la vía de la migración como sucedió en Chile. Según el estudio: La migración a nivel local en Chile. Desafíos, demandas y políticas en tiempos de pandemia de Neida Colmenares y Kerelys Abarca, en Chile viven 1.462.103 (año 2021) migrantes y entre los años 2017 y 2020 llegó a Chile el 49 % del total de los extranjeros.
No podemos quedarnos en que las únicas soluciones son aumentar la tasa de fecundidad o la migración. Busquemos mejorar la calidad de la educación formando niñas, niños y jóvenes creativos, críticos, curiosos y sociales y así aumentar la productividad y tecnologizar la economía.
El menor número de estudiantes producto de una menor fecundidad, liberará recursos educativos. Debemos resistirnos a una disminución del presupuesto en educación. No se trata de más recursos para más de lo mismo, sino en hacer realidad la promesa de la universalidad de la educación inicial, menor número de estudiantes por curso y más y mejor formación y capacitación docente.
Aprovechemos esta oportunidad para redefinir lo que entendemos por calidad en la educación. Los resultados en las pruebas estandarizadas SIMCE, PAES o PISA son sólo una parte de la calidad, a pesar de lo que los rankings publicados en medios de comunicación nos quieren hacer creer. Estas pruebas están lejos de medir el desarrollo de la creatividad y pensamiento crítico, el nivel de creatividad o la capacidad de sociabilidad de las y los estudiantes. Estas habilidades son determinantes en el aprendizaje de las materias tradicionales.
La agenda para aumentar la tasa de fecundidad esconde la intención de perpetuar el modelo económico basado en mano de obra barata, en educación de baja calidad y en la justificación de la llegada de inmigrantes con baja calificación laboral. Hay otras alternativas, como el jugársela por una educación de mejor calidad para un modelo económico para el siglo XXI.