Por:  Marcelo Trivelli Oyarzún.

Presidente Fundación Semilla.

Como tantas conductas arraigadas en la hipocresía de la sociedad chilena, el discurso de odio aparece encubierto por una postura “pasiva-agresiva”.

La agresión pasiva es la forma que tienen algunas personas para ocultar la agresividad que usan para manipular a otras sin que lo perciban los demás y sin confrontación. Quienes usan este tipo de conductas ocultan sus verdaderos motivos y exponen intenciones que en realidad no tienen.

Los mensajes de odio “pasivo-agresivos” se repiten una y otra vez y al ser confrontados responden con frases aún más odiosas como, tienes la piel muy sensible, eres exagerado, nunca he querido ofender, no entendiste lo que quise decir, no estoy generalizando, es un caso particular, etc…

Los procesos sociales y culturales cambian de manera lenta y casi imperceptibles, mientras los discursos de odio alimentan la presión hasta reventar a través de crímenes de odio motivados por prejuicios y discriminación que intoxican a los victimarios y, no solo afectan a las víctimas directas, sino que también envían un mensaje aterrador a comunidades enteras.

Ejemplos sobran y todos son de actualidad. En Paris 2024, los medios sensacionalistas y las redes sociales se han inundadas por comentarios respecto del boxeo femenino tales como: “dos hombres compiten por el oro en boxeo femenino” o las expresiones xenofóbicas del candidato Trump refiriéndose a que los “empleos negros” están amenazados por la inmigración latina. Suma y sigue con el actuar de Carabineros, los acampe en las universidades, la situación en Venezuela, las ley de pensiones, etc.…

La educación es clave para enfrentar el odio. Desde temprana edad, debemos educar a niñas, niños y jóvenes el valor del respeto y la empatía. Las escuelas deben ser espacios seguros donde se reconozca y valore la diversidad y se fomente el entendimiento entre las personas. Como decimos en Fundación Semilla, la violencia se combate con una mejor convivencia.

Los medios de comunicación también juegan un papel vital en esta lucha, ya que tienen la responsabilidad de informar con precisión y evitar la propagación de estereotipos dañinos. Lamentablemente hay medios que tienen líneas editoriales pasivo-agresivas que van horadando la imagen de sus oponentes, de grupos específicos y las instituciones.

El desarrollo del pensamiento crítico como objetivo prioritario en educación es clave para hacer frente a los discursos de odio, sean estos de manifestación directa o pasivo-agresivo. Solo con una población capaz de identificar y enfrentar mensajes de odio, seremos capaces de evitar el surgimiento de líderes populistas y de movimientos totalitarios y excluyentes.